Por: Jacqueline Menchaca/blog/newsletter
Atender a un niño dentalmente, en la mayoría de los casos conlleva un reto. A veces, la disposición del paciente es total; en otras ocasiones, es más difícil y bajo determinadas circunstancias es prácticamente imposible la capacidad de aceptación del infante. Eso depende de varios factores, mismos que en una plática excelente, el doctor Luis Raziel Martagón explicó:
“Es importante entender la conducta, por ello el conocimiento de las diferentes áreas del desarrollo del niño nos ayudará a descubrir las formas en que esta cambia…aunque a veces es imposible”, comentó el Dr. Raziel.
De manera personal hizo una clasificación de los niños especiales:
Niños especiales: son todos los que tengan una edad pediátrica.
Niños especiales al cuadrado: Es el niño que tiene condición mental limitada.
Niño especial al cubo: el niño que tiene un compromiso sistémico, cardiópata, hemofílico, etc.
Definió, según la Academia Americana, lo que es la atención a un paciente especial: “Las necesidades especiales de atención médica incluyen cualquier impedimento sea físico, de desarrollo mental, sensorial, emocional, conductual , cognitivos, que requiera manejo médico, intervención y atención médica y uso de servicios o programas especializados.
La afección puede ser congénita o adquirida a través de una enfermedad, un trauma, una causa ambiental o puede poner limitaciones a la realización de actividades diarias o limitaciones en actividades importantes de la vida”.
En ese sentido, el Dr. Raziel recordó que una actividad diaria es, precisamente el cepillado dental, y de cómo muchos niños especiales no pueden realizarlo, incluso, para sus padres es complicado.
Si bien como dentistas se tiene el conocimiento para tratar lesiones cariosas, traumatismo dentoalveolar, molares hipomineralizados, entre otros padecimientos, es igual de importante conocer de manejo conductual, ya que de eso dependerá el cómo se va a abordar al paciente especial.
“No se deja atender” es una clasificación que no existe
Después de narrar una historia en la que el padre de un niño especial con condición neurológica limitada, se presentó a su consultorio porque había ido ya con tres odontólogos y no lograban atenderlo (le decían que se iba a acostumbrar) pero eso de “agárrelo y abrácelo” no daba resultado, el Dr. Raziel retomó una clasificación del paciente infantil, dada por Gerald Z. Wright:
Paciente cooperador: un niño que sí coopera, que es tolerante, que no se inquieta, tiene paciencia, temperamento bueno.
Potencialmente cooperador: opone cierto grado de resistencia, tiene problemas de conducta pero también la capacidad de actuar de forma cooperadora. Es el pequeño que llega llorando y opone resistencia, pero eventualmente puede calmársele y entonces cooperar.
No cooperador: tiene condiciones específicas debilitantes o incapacitantes, carece de capacidad de cooperación debido a su edad, no puede cambiar su conducta. Se entiende que es el niño inmaduro.
Están los niños con alguna condición limitante y que, tengan la edad que tengan, será necesario adaptar los tratamientos.
Técnicas de manejo de conducta para niños no cooperadores
El Dr. Raziel mencionó que, para los niños cooperadores (se les fortalece el comportamiento) y potencialmente cooperadores (modificar comportamiento) existen aproximadamente 23 técnicas (básicas), sin embargo, decidió centrarse en aquellas para los niños no cooperadores, y en ese sentido, mencionó que solamente existen 3 (avanzadas):
Protección estabilizadora, sedación y anestesia general. Lo que se requiere en casos con niños así es explicar a los padres la técnica a utilizar y la importancia de la participación de los padres en el manejo del niño.
Dada la importancia de la primera técnica, el Dr. Raziel explicó su definición y clasificación, y aconsejó conocerlas bien, así como el tratamiento a realizar para decidir cuál utilizar.
Según la Academia Americana de Odontopediatría, la estabilización protectora es un término utilizado para limitar físicamente un movimiento por parte de una persona, equipos o dispositivos restrictivos, por cierto tiempo, con fines de realizar exámenes o tratamientos; esta puede ser activa o pasiva y puede involucrar un paciente, un dispositivo o la combinación de ambos.
Clasificación de protección estabilizadora
- Con base en el tipo de movimiento que se va a limitar. Aquí existe la forma activa en la cual el niño puede mover tronco y extremidades, y se realiza por una persona, o pasiva, en la cual el niño no puede hacerlo, únicamente la cabeza, y se utiliza un dispositivo de restricción.
- Con base en la forma en que se va a realizar, según el procedimiento dental programado.
En esta forma se encuentra la persona, el dispositivo o la combinación de ambos.
Persona: Rodilla con rodilla, protección básica.
Silla de montar. La mamá se sienta en el sillón dental, como si fuera rodilla a rodilla pero directamente en el sillón dental.
Cuerpo a cuerpo. Una persona se pone encima del niño.
Sobre padre o madre. El niño está acostado sobre la mamá o el papá.
Dispositivo: Cama matri (activa).
Papoose board (un tanto pasiva)
Cama estabilizadora con red
Combinación de ambos: papoose y su papá, por ejemplo.
En todos los casos en que se utilice la protección estabilizadora es de suma importancia hablarlo previamente con los padres, explicándoles la razón principal que es la seguridad del niño y del médico, y la forma en que se llevará a cabo. Asimismo, en la historia clínica hay que incluir un consentimiento informado, indicación para la contención, tipo de estabilización; duración de la aplicación de la contención, frecuencia de ajustes, y evaluación de comportamiento durante la contención.
Finalmente, y después de la presentación de varios casos clínicos, como el de Sebastián, un paciente especial con síndrome dismorfológico, quien a los 7 años estaba siendo evaluado por servicios de genética para diagnóstico definitivo, el Dr. Raziel enfatizó la importancia de los padres, del empeño y dedicación que requieren, para poder mantener a sus niños en óptimas condiciones bucales y mejorarles su calidad de vida. A Sebastián se le dio seguimiento durante 18 años, y gracias a todo el esfuerzo de su padre, el, ahora adulto, goza de una excelente salud bucal.