La halitosis o mal aliento bucal es el padecimiento que presenta la mayoría de las personas en algún momento de su vida: un 80% en nuestro país, para ser exactos. Personas involucradas en la salud oral comentan que las mascarillas pueden ser agentes conductores. ¿Será?
Desde la aparición del COVID-19, las instituciones de salud recomendaron el uso de la mascarilla como una medida de prevención de la enfermedad, además de otras por demás conocidas y aplicadas: sana distancia, lavado frecuente de manos, evitar multitudes, etc.
Al revisar algunos artículos en la red, sin embargo, encontramos cualidades non gratas de esta medida de protección que todo el mundo utiliza para evitar el ingreso de gotículas o partículas que pudiesen estar contaminadas con el virus.
Para algunos profesionales, el uso de tal aditamento genera resequedad, al respirar con mayor frecuencia a través de la boca que cuando no se utilizan. Además, también bebemos menos cantidad de agua y con ello hay menos saliva: hiposalivación, causante entre otras patologías del aumento en la frecuencia de infecciones orales.
Así, la proliferación de bacterias se incrementa y provoca mal aliento.
¡En realidad, la halitosis ya está: pero aumenta y la notamos más!
Hay otros autores, para quienes la mascarilla facial no produce mal aliento; más bien, la hace evidente. Muy probablemente, ambas posiciones son correctas.
Por una parte, es la higiene oral a través del cepillado correcto, preferentemente tres veces al día, después de comer y antes de dormir, así como una dieta baja en azúcares y la visita regular al dentista, lo que evitará el mal aliento, la mayoría de las veces (si no existe presencia de alguna enfermedad periodontal o sistémica que lo provoque).
Si no se tiene cuidado oral, la halitosis existirá, con o sin mascarilla.
Por otro lado, efectivamente, este protector facial ha cambiado la forma de ver nuestra anatomía. Nos vemos poco la boca ya que utilizamos por horas la mascarilla; asimismo y debido a las mismas indicaciones de instituciones de salud, de no tocarla, la manipulamos poco y por ende comemos y bebemos menos en nuestro centro de trabajo o en la calle. Al hablar expulsamos saliva que se queda precisamente dentro de esta, etc., lo que sin duda favorece e incrementa el mal aliento.
Son los dentistas, encargados del bienestar bucal de sus pacientes, quienes deben orientar a ellos sobre el cuidado necesario para reducir o eliminar la halitosis, más aun, con el uso de mascarillas.
Recomendaciones:
1.- Beber agua. Mantener una hidratación adecuada ayudará a una salivación normal. Recordemos las propiedades y funciones de la saliva, como agente lubricante y como el fluido que selecciona de manera natural los mircoorganismos para evitar una contaminación por bacterias y hongos; promueve la eliminación del azúcar, además de diferentes acciones de suma importancia en la fonación, alimentación, digestión, mantenimiento de la integridad de la mucosa, entre otras.
2.- Cepillado de dientes, lengua y encías. Hacerlo de manera correcta, tres veces al día preferentemente y enjuagar con abundante agua.
3.- Uso de hilo dental.
4.- Uso de enjuagues dentales refrescantes.
Recordemos a los pacientes que las mascarillas son necesarias, pero hay que saber utilizarlas y no por su ya casi tatuada presencia en nuestro rostro, debemos olvidar lo esencial de nuestra higiene oral.
Fuentes:
blog Secretaría de Salud (16 dic 2018)
scielo.iciii.es,