A menos de 10 días de que inicien los Juegos Olímpicos en Tokio, Japón (23 de julio – 8 de agosto) y con la franca esperanza de que no se cancelen por los nuevos brotes de contagios a nivel mundial, replanteando ya medidas de seguridad por el COVID-19, recordamos cómo la salud bucodental reaparece en la escena, dada su importancia en el desempeño de las actividades deportivas.
Un estudio realizado hace algunos años sobre la salud oral en atletas de alto rendimiento (principalmente de países europeos), arrojó la existencia de enfermedades que afectan a un considerable porcentaje de competidores: la caries dental, por ejemplo, estuvo presente en 55% de los atletas durante las Olimpiadas de Londres, en 2012, y la gingivitis en un 75%. Resultan datos importantes si consideramos que son padecimientos que pueden prevenirse. La caries, la periodontitis, la erosión dental, y la pericoronitis son las principales enfermedades a las que se enfrentan los atletas. Los traumas dentales, por su parte, aparecieron entre el 14 y 57% de los competidores en deportes de alto riesgo. (Needleman I, Ashley P, Fine P, et al. Br J Sports Med 2015;49:3–6).
En el mismo estudio, se aclara que la incidencia se presentó en atletas de países subdesarrollados tanto como desarrollados. En ambos, fueron factores como los hábitos de higiene, la nutrición, el entorno, el desconocimiento del tema, el tiempo dedicado a la limpieza, entre otros, los determinantes para la generación de estas enfermedades.
Para el doctor Carlos de Teresa, especialista español en medicina del deporte: “En una boca enferma se produce una situación de infección crónica e inflamación sistémica que puede llegar a originar problemas musculares, tendinitis, artritis… que van a limitar el rendimiento del deportista al sumar el dolor y la limitación funcional. También se asocia con mayor fatiga muscular y una recuperación más tardía de las lesiones musculares. Asimismo, aunque no exista una relación absolutamente directa, también se suelen asociar determinados problemas bucales con trastornos que pueden minimizar el rendimiento deportivo. Así, por ejemplo, una maloclusión puede producir un defecto en el equilibrio, la tensión mandibular se puede relacionar con dolores en cuello y espalda y una mala masticación provocaría la disminución del poder energético del deportista” (bqdentalcenter.es/noticias-odontologicas).
Es necesario que los esfuerzos por combatir estos padecimientos en competidores de primer nivel sean multidisciplinarios; en primera instancia, el propio atleta: este debe considerar atenderse la boca antes de practicar cualquier deporte, y como parte de su salud en general. Los comités encargados de gestionar el deporte en cada país, también deben priorizar o igualar la atención bucal al nivel de cualquier otra. Es irónico que se destinen recursos al mejoramiento y excelencia de los competidores para eventos como las olimpiadas, a través de profesionales en medicina del deporte y, al mismo tiempo, el dentista forma parte, en algunos países, del equipo de especialistas “externos” que acuden a los centros olímpicos únicamente cuando se requieren. El apoyo del gobierno, asimismo, es trascendental dado que establece los lineamientos en materia de salud. Todos, incluyendo a los odontólogos en su práctica diaria, pueden ayudar al mejoramiento en los hábitos y crear conciencia.
Tokio 2021 está a la vuelta de la esquina, arrastra casi 2 años de pandemia y por lo tanto de suspensión o reducción en muchos servicios médicos como el odontológico, pero al mismo tiempo y de manera global se ha dado ya una mayor importancia a la salud bucal. Esperamos todos sean triunfadores en las próximas competencias, no solo en cada una de sus disciplinas, sino en la reducción de padecimientos orales.