Por: Jacqueline Menchaca/Blog/newsletter
Los opioides, considerados como fármacos que tratan el dolor, de moderado a intenso, interactúan con las células del cerebro y del cuerpo. Estos medicamentos bloquean las señales del dolor al unirse a los receptores de opioides en las células nerviosas del encéfalo, la médula espinal, el tubo digestivo y otros órganos del cuerpo. Los opioides que se usan para aliviar el dolor, por lo general son seguros cuando se toman por un período breve y se siguen las indicaciones del equipo médico.1
Según el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial, en odontología se prescriben en ocasiones opioides, para mitigar el dolor después de ciertos procedimientos como cirugía de encía, extracción dental, colocación de implantes, etc.
La hidrocodona, oxicodona y el acetaminofeno con codeína son de los opioides recetados. Sin embargo, el riesgo de adicción es muy alto dado que además de quitar el dolor produce una sensación de bienestar.
Su uso indebido en casos extremos puede provocar sobredosis e incluso la muerte, y, desafortunadamente, no solo está expuesto el paciente sino su familia, quienes pueden tomarlo accidentalmente.
Es así que, en diversos medios de comunicación, llámese revistas especializadas, redes sociales, o artículos diversos, se destaca la importancia del uso adecuado y medido de estos medicamentos, y de la conveniencia de preferir aquellos de venta libre que no requieren receta, para tratar el dolor.
Analgésicos y antiinflamatorios como el ibuprofeno y el acetaminofén (paracetamol), entre otros, han demostrado también ser excelentes medicamentos contra el dolor y la fiebre, en el caso del segundo.
En el año 2020 la FDA (Federal and Drug Administration) publicó materiales impresos y audiovisuales en su página, para ser distribuidos en redes sociales, alusivos a cómo evitar riesgos de sobredosis por opioides en casa.
Con textos y videos muy sencillos, la FDA orienta al público al informarles cómo es de peligroso que el resto de los opioides que ya no se usaron, permanezcan en el botiquín del hogar. Ofrece alternativas de qué hacer para deshacerse de ellos y evitar que alguien en casa los ingiera.
Debido a los riesgos de estos fármacos, ahora se desarrolla una tendencia a utilizarlos lo menos posible y dar prioridad a aquellos de venta sin receta.
Según un artículo de la revista ADM, los opioides en odontología se utilizan poco, además, siempre y cuando el acetaminofén y los AINES (ibuprofeno, ketorolaco, ketoprofeno) no hayan sido suficientes para mitigar el dolor.
Asimismo, comentan sobre los efectos adversos fuertes como mareos, vómitos, sedación, constipación y depresión respiratoria que causan, dependiendo del tipo de opioide que se trate.2
Es, entonces, muy importante considerar su uso solo en casos extremadamente necesarios, bajo ciertas condiciones, por períodos limitados, y después de un exhaustivo conocimiento clínico del paciente. Además, por supuesto, de tener información científica sobre sus efectos analgésicos reales frente a otros menos adictivos y riesgosos, así como de directrices respecto a aspectos en relación a cómo definir si es necesario en realidad el opioide, o no; por cuánto tiempo prescribirlo; cuál elegir, etc.
Fuentes:
1https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/opioide