El odontopediatra, conocido mejor como el dentista de los niños, tiene triple actividad en su profesión: son los encargados de cuidarles su salud bucal; también, deben hacerlo de una forma en que los niños no le teman al consultorio y, por último, son quienes los adentran en el mundo de la prevención. ¡Una tarea enorme!
Si ya eres odontopediatra o quieres serlo, no está por demás reconocer algunas de las actividades que comúnmente realizan y tips para hacerse amigos de los pequeños pacientes:
Primeramente, después de terminar la licenciatura en Odontología, se necesita un posgrado de dos años en Odontopediatría (fuente: odontounam.mx; odontologiauady.mx), en el cual, los futuros dentistas adquieren las habilidades y conocimientos particulares para aplicar lo aprendido dentro de la carrera, ahora en forma especializada en: recién nacidos, niños y adolescentes.
Actividades de la profesión
Básicamente son de prevención, atención y resolución:
+ Revisiones para detectar tanto enfermedades de la boca (caries, gingivitis, entre otros), como padecimientos sistémico que tienen manifestaciones, también, a través de la cavidad oral.
+ Tratamientos de restauración y preventivos como aplicación de flúor, reparación de caries, mejoramiento estético y funcional a través de ortodoncia, entre otros.
+ Detección de algunas enfermedades por la apariencia de la boca, los dientes y la lengua. El síndrome de Kawasaki, por ejemplo, además de otros síntomas, presenta lengua de color rojo o llamada de fresa.
+ Atención ante cualquier accidente que pudiese afectar alguna parte de la boca el niño: traumatismos dentales, sobre todo por caídas, tan comunes en ellos al jugar, andar en patines, brincar, etc.
Puesto que trabajar con recién nacidos y pequeños no es tan fácil tratándose de atención dental, en la mayoría de las universidades incluyen el manejo de la conducta del paciente pediátrico como asignatura, con el fin de que el futuro odontopediatra obtenga habilidades especiales para hacerlo.
Tips para hacer algo divertido de la visita al dentista
Lo que sea para que estén contentos. En una plática con varios odontopediatras el factor básico fue establecer la confianza del niño hacia el especialista, a través de aspectos como:
1. Lenguaje de acuerdo a su edad: sencillo, corto, atractivo y personalizado. Tanto para hablarles de prevención (uso del cepillo de dientes, aplicación de flúor, no comer golosinas) como para explicarles el tratamiento que recibirán. Una odontopediatra dijo que al hablarle a los niños sobre la anestesia, se refería a esta como “agüita dormilona”.
Darle la bienvenida con una sonrisa, llamarlo por su nombre, preguntarle acerca de su personaje favorito en las caricaturas de moda, por ejemplo, abrirá una puerta hacia la confianza y relajación.
2. Un poco de bromas también ayudan. Un odontopediatra comentó que él suele tener pistolitas de plástico que al dispararse, avientan serpentinas o un poquito de agua y con ellas interactúa unos minutos antes de pasar al niño a la unidad dental. Otro; dijo preguntarles cosas de su escuela y de sus amigos, o bromearlos con temas como las novias y los novios, como si él mismo fuese un niño.
3. Colocación de lentes con audífonos (llamadas gafas antipánico) que los aíslan “del consultorio” a través de imágenes, películas o videos para niños mientras se les practica algún procedimiento.
4. La decoración del consultorio y el uso de pijamas quirúrgicas con personajes infantiles, de todo el personal del consultorio, seguramente romperá ese miedo que el niño pudiera tener de asistir con su dentista.
5. Finalmente, obsequiarles un pequeño juguete al salir de su consulta, o tal vez dos si se portaron bien. Hay quienes tienen una canasta llena de cosas para regalar a los “peques” (carritos, serpientes y escaleras, tatuajes que se deshacen con el agua, etc.) como estímulo y premiación de su valentía.
Esta especialidad de la Odontología es, sin duda, un reto pero también, un reencuentro con el pequeño que todos llevamos dentro. ¡Felicidades a quienes dedican su labor a la salud bucal de la niñez!